El 5G no mata y los «smartphones» no provocan cáncer

La tecnología lleva décadas desarrollándose a un ritmo vertiginoso. Tanto que, en ocasiones, la sociedad ni siquiera tiene tiempo de digerir y comprender las novedades. Así lo demuestra que, a día de hoy, sean tantos los que vocean a través de redes sociales sobre el 5G, al que se ha llegado a culpar de causar la pandemia de Covid-19. Algo que es completamente falso. Igual que tampoco supone ningún riesgo para la salud. Así lo confirma el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS) en su reciente Informe sobre Radiofrecuencias y Salud 2019, en el que se recogen, actualizan y analizan las evidencias científicas sobre la materia correspondientes al período comprendido entre julio de 2016 y diciembre de 2019,

Para esta edición, el informe se ha centrado principalmente en el análisis de las publicaciones científicas relacionadas con la tecnología 5G. Una red que cada vez está más presente en la vida de los usuarios españoles gracias a la progresiva apuesta de compañías tecnológicas y operadoras. Según explica a ABC el director científico del CCARS, Francisco Vargas, las conexiones de quinta generación no se diferencian tanto de las más tradicionales, como el 3G o el 4G: «El 5G no supone ningún riesgo para la población, al menos con lo que sabemos hasta el momento. Al final estamos hablando de una tecnología que no es muy distinta del 4G; simplemente ocupa otras autopistas para enviar la información. No es previsible que produzca en las personas ningún tipo de efecto a largo plazo».

En España, la red 5G está apoyada en las bandas de frecuencia que, tradicionalmente, empleaba la TDT. El director científico de CCARS explica que su democratización no solo mejorará la velocidad con la que descargamos un capítulo de Netflix en el «smartphone»; también motivará el desarrollo, entre otros campos, de la robótica, la automoción, la Inteligencia Artificial o la telemedicina. Lo que supone un empujón importante a la innovación y la empresa.

Para evitar que el empleo de las redes puedan causar algún daño, están reguladas por el Real Decreto 1066/2001 para bandas de frecuencias medias y bajas (700 MHz, y 3,6 GHz). El informe de CCARS sostiene que los niveles de exposición a los sistemas inalámbricos en guarderías, escuelas primarias y secundarias están «cientos de veces por debajo» a lo que España y Europa está obligada a cumplir: «Podemos estar muy seguros de que los niveles de exposición media en la población escolar y de personas que trabajan en otras áreas son muy inferiores a los recomendados», dice Vargas.

Móviles y cáncer

El nuevo Informe sobre Radiofrecuencias y Salud 2019 también destaca que no hay ninguna evidencia que relacione el surgimiento de tumores cerebrales con el empleo de dispositivos de telefonía móvil. Un supuesto que lleva tiempo descartado por los científicos. «Las revisiones de agencias como la OMS, el Instituto Karolinska o las autoridades sanitarias de los Estados Unidos han coincidido en sus evaluaciones en que los resultados apuntan hacia una ausencia de asociación entre el uso del teléfono móvil y un aumento en el riesgo de tumores», explica el director técnico de CCARS a este respecto.

En declaraciones a este diario, Vargas remarca que en 2011 la OMS clasificó a los campos electromagnéticos como un causante de cáncer de tipo 2B, la misma etiqueta que tienen productos como el café: «No es lo mismo un causante de cáncer de tipo 1, como el alcohol o el tabaco, que el de tipo 2A, en el que existe menos evidencia, o de 2B, en el que todavía hay menos evidencia». El experto remarca, no obstante, que en base a los estudios realizados no hay nada que demuestre que el uso del móvil haya motivado el aumento en el número de tumores.

«Esos tumores apocalípticos que algunos grupos sociales, con todo el derecho, denuncian no son tales. Cuando vas a las cifras oficiales encuentras, no con opiniones y bulos, sino con datos, que no existe ningún incremento en su número ni tampoco relación alguna con el móvil. Esto, al mismo tiempo, debilita la apreciación que realizó en 2011 la OMS cuando catalogó a las radiofrecuencias como algo que podía provocar cáncer. Aunque sigue siendo una clasifificación muy suave y que sostiene que apenas suponen un riesgo», explica el director científico de CCARS.

Hipersensibilidad electromagnética

Sobre los efectos de las radiofrecuencias sobre las personas que dicen padecer hipersensibilidad electromagnética, una supuesta dolencia causada por culpa de las redes de baja frecuencia, el informe recuerda que no es una enfermedad incluida en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS. Asimismo, destaca que los estudios clínicos controlados confirman que no hay una relación causal entre la exposición a las diversas fuentes de radiofrecuencia y los síntomas de esta supesta enfermedad.

«Demostrar esto a las personas que creen que lo sufren es muy difícil. Se trata de un efecto nocevo, es decir, que una persona asocia la proximidad con una antena a estar deprimido o tener malestar y no hay forma de convencerla de lo contrario. Está realizando una asociación causal de dos hechos que no tienen absolutamente nada que ver en base a los estudios científicos realizados hasta la fecha», apunta Francisco Vargas.

Precisamente, para evitar que la desinformación sobre los supuestos efectos nocivos de la tecnología en la salud siga proliferando, desde CCARS se recomienda dedicar más esfuerzos para enseñar a la población qué son las radifrecuencias, cómo se manejan y cuáles son sus efectos. «Tenemos que hacer un esfuerzo para conseguir que la sociedad reciba un información objetiva basada en la evidencia . Las tecnologías 5G no son desconocidas ni son diferentes a las anteriores», remarca el director científico. En base a esto, desde CCARS destacan que esta información debe «favorecer un uso razonable de las nuevas telecomunicaciones, especialmente durante la infancia y adolescencia, un uso respetuoso con los demás ciudadanos, y un uso seguro».

Tomado de https://www.abc.es/

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